
El calibrador es una de las máquinas más importantes de un central hortofrutícola. El calibrador electrónico de copas de Fomesa, permite el calibrado de la fruta en función del peso y, dependiendo del modelo, del color, el diámetro y el volumen.
La primera sección de la máquina es un elevador de diábolos, por donde entra la fruta en calles individuales. La fruta se introduce en los valles que se forman entre cada dos diábolos consecutivos, y se conduce hacia el calibrador. Además del movimiento de avance, los diábolos realizan un movimiento de rotación (spinner), que hace girar los frutos. Es posible modificar la velocidad de giro de la fruta en función de las necesidades variando el giro de los diábolos del elevador.
Se instalan diversos modelos de diábolos, dependiendo del tamaño y del tipo de fruta.En los calibradores de peso y color, la parte final del elevador es horizontal, para la instalaciónde las cámaras de color y volumen. También existen versiones especiales, para montar etiquetadoras de fruta.
Las copas, construidas en material plástico, van montadas sobre varillas, que son arrastradas por cadenas en su movimiento de avance. Existen diversos modelos de copas, en función la fruta a calibrar, así pues hay copas de 4”, 6”, 8” y 10”.
En la parte delantera del calibrador propiamente dicho, se encuentran las células de carga, a razón de una por calle. A lo largo de la máquina se sitúan las rampas de descarga, debajo de cada una de las cuales se colocan caídas de lona, para evitar el golpeo de la fruta. Finalmente, se instalan una bandeja o una cinta transportadora en cada salida, que llevará la fruta a la siguiente sección de la instalación.
La máquina puede incorporar opcionalmente, un sistema de detección de falta de copas. Se instala una célula en cada calle sobre el elevador de diábolos, que detecta la pérdida de una copa. Cuando esta se produce, el calibrador se detiene.
El calibrador permite variar la velocidad de funcionamiento en función de las necesidades y gracias a un convertidor de frecuencia permite un arranque suave de la máquina.
Las cámaras de color y volumen se instalan dentro de un armario con ventilación forzada y provisto de tubos fluorescentes que emiten luz blanca, sobre la última sección del elevador de diábolos. Por cada dos calles se instala una cámara de color y, opcionalmente, otra de blanco y negro, esta última utilizada para la lectura del volumen.