La fruta "respira". Utiliza oxígeno (O2) y produce dióxido de carbono (CO2). Un depurador
de CO retira el dióxido de carbono, también conocido como ácido carbónico, que se forma en los depósitos de almacenamiento, evitando así que altas concentraciones del mismo dañen la fruta. La capacidad de depurado necesaria se calcula determinando, antes que nada, la cantidad de dióxido de carbono que el producto almacenado genera en el depósito. La generación de dióxido de carbono depende del tipo de producto, de las dimensiones de la cámara de almacenamiento, número de esas cámaras y condiciones de almacenamiento. Van Amerongen ofrece una línea de depuradores de CO2 estándar con capacidades de entre 50 y 900 kg/24 h a concentraciones del 3% de CO2.